A Pepe y Pedro Gandarias
Mi prima Matilde
es guapa y soltera.
(Patio de mosaicos,
zaguán y cancela
y en medio del patio
una fuente muerta.)
Mi prima Matilde,
cuando va a la feria
se pone claveles
y mantilla negra,
y sobre los ojos...
una pena... pena.
(Sevilla se ríe
entre las macetas
y dice burlona:
¡Soltera, soltera!)
Abanico negro
que el rubor la vela;
rosario que llora
en sus manos quietas
y un "¡Señor, no quiero
quedarme soltera!",
en misa de una
de la Magdalena.
(Las torres, el río,
las calles, las rejas,
dicen a su paso:
"tan guapa y... ¡qué pena!".)
Un hombre, el primero,
llamó a su cancela
y al mes de noviazgo
la calle desierta;
un leve pañuelo
dejado en la reja.
(Pedazos de cartas
de picuda letra
llevaba y traía
el viento en la acera
diciendo con burla:
¡Soltera! ¡Soltera!)
Después... aquel primo
que bailó con ella
una vez, y luego
murió allá en la guerra
dejándola un luto
de magnolias muertas.
(En el gran biombo
de mi tía Regla
pájaros y flores
con burla comentan:
"Señora, esta niña
se queda soltera".)
Luego, el extranjero
que vino a las fiestas
con lentes de oro
y rubias guedejas
y un idioma dulce
como de ciruela,
que habló de casarse...
y se fue a su tierra.
Después, vino un suave
profesor de orquesta;
más tarde, un delgado
maestro de escuela;
mas ninguno de ellos
duró en su cancela.
(Cada año que pasa
mi prima se queda
compuesta y sin novio,
cirio de Cuaresma.)
Sevilla murmura:
"¡Soltera..., soltera!".