A Salvador Bonavía

A tu vera
siempre a la verita tuya
hasta que de pena muera.

Que no mirase tus ojos,
que no rondase tu puerta,
que no subiese de noche
los tramos de tu escalera.

A tu vera
siempre a la verita tuya
hasta que de amor me muera.

Mira que dicen y dicen,
mira que la tarde aquella…,
mira que si fue, y si vino,
de su casa a la alameda.

Y así, mirando mirando,
así empezó mi ceguera.

A tu vera
siempre a la verita tuya
aunque de celos me muera.

Ya pueden clavar puñales,
ya pueden cruzar tijeras
ya pueden cubrir con sal
los ladrillos de tu puerta.

Ayer, hoy, mañana y siempre,
a tu vera,
siempre a la verita tuya
hasta el día en que me muera.